sábado, 18 de enero de 2014

Inocencia

Un montón de recuerdos, miles de momentos, unos cuantos de años, muchos días, muchas horas… guardados en una caja. Tantas cosas en tan poco espacio. Guardados y bien cerrados para no volver a abrirlos. Que todo se quede ahí.
                Y es que fueron tan buenos momentos, fue algo tan importante, tan bonito que destapar esa caja seria retroceder atrás en el tiempo  y volver a recordar todo aquello que fue. Solo están ahí los recuerdos bonitos, los malos, esa malísima época esta guardada dentro, en esa cabeza que no deja que se escapen por más que lo intente.  
                Estaba convencida que era lo que yo quería para siempre y he dudado muchas veces, con la experiencia de estos años, de que pudiera tener algo igual.
                Mi mentalidad, a partir de ahí cambió por completo, salí de esa pompa de “qué bonito es el mundo”. Me di cuenta de que todo aquello que quieres, a todo aquello que te aferras constantemente que hacen de tu vida algo por lo que seguir, por lo que levantarte con ganas cada día, se acaba tarde o temprano. Y desde entonces todo se ha ido acabando más temprano que tarde. Y es que parece que la vida se ha empeñado en hacer que no me acostumbre a lo bueno, que normalmente hay más cosas malas que buenas que tiran de ti hacia atrás haciéndote retroceder y haciéndote levantarte y sacar ganas para volver a avanzar.
                Te das cuenta de cómo es realmente el mundo cuando pierdes esa bonita inocencia que te mantiene feliz, alejado de toda esa contaminación que hay fuera de esa pompita. Cuanto quería yo esa inocencia… Otra de las cosas que nunca vuelve, cuando la pierdes la pierdes para siempre.
                Pero con esa inocencia tu vida en el mundo no dura mucho. Y es que hay que perderla para avanzar, para aprender de la realidad y construir tu propio mundo, ese que quieres. Equivocarse una y mil veces. Es así como vas dando pasitos de ciego en esto que se hace tan grande ahora, es así como vas dándote cuenta de lo que realmente quieres y de lo que dejar atrás no te importa.
                Es difícil cuando te sueltan solita en el mundo para que elijas y avances por ti misma sin ayuda de nadie cuando hasta ahora has tenido un caminito guiado medianamente fácil de seguir. Difícil pero supongo que, como todo, se ira superando y se ira haciendo fácil…o eso espero.

Lo que yo no llego a entender


Elegí una carrera determinada, y no otra, porque me gustaba la salida profesional que tenía.
Lo bueno de la universidad es que  das un paso más en cuanto a tu formación como persona, conoces gente, mundo y diferentes puntos de vista. Nuestro círculo se amplía al acostumbrado hasta entonces en nuestra educación inferior.
Se supone, o al menos yo creía, que la universidad es el paso necesario para acceder a un puesto de trabajo superior (independientemente de la situación laboral) relacionado con el título. Pero después de 5 años me he dado cuenta que no, que eso no es así. El título universitario es algo más que añadir a tu curriculum y una experiencia personal que llevas a tu espalda.
En el punto que me encuentro, a escasos meses (si, escasos, comparado con años) de acabar la carrera, no paro de pensar “bueno y luego ¿qué?” y el miedo se apodera un poco de mí. Después de 5 años de carrera y una suma de unas 50 asignaturas cursadas más o menos te sueltan a la calle solita e indefensa ante un mundo completamente desconocido y para el cual no has quedado lo suficientemente preparada.
Si, has aprendido cosas importantes y necesarias durante estos años, pero puedes fácilmente resumir esos conocimientos en un curso de un año a lo sumo, no más. Y es esa mi gran decepción de la carrera. Asignaturas que vale, que aprendes, y se suman a tu culturilla general, pero que no me sirven a la hora de desempeñar mi trabajo luego. Y es que llegamos de “nuevos”, tenemos una leve idea de cómo funciona todo, pero solo es teoría, lo que nos han enseñado en unas diapositivas y lo poco que hemos podido practicar con los escasos medios que tenemos a nuestro alcance y lo poco que hayamos podido hacer fuera independientemente de la carrera. Es luego cuando realmente aprendemos lo que es la profesión, no durante 5 años encerrados en clases durante seis horas al día leyendo y leyendo diapositivas.
¿Me arrepiento de haber ido a la universidad? No, la universidad me ha hecho crecer personalmente  y abrir mi mente a un nuevo mundo rodeado de gente nueva. Me ha permitido experimentar y desarrollar mi mente en muchos aspectos. Educativamente, he aprendido cosas, pero mal.
El sistema de estudios diseñado está mal en sí, está preparado para que te atiborres de temario poco antes de un examen y lo escupas en unos folios durante dos horas, después de eso…vacío.
Cuando me dicen, “oye pues muy importante es estudiar lengua, sociología, filosofía, psicología, literatura…” (y un sinfín de asignaturas a las que aún no les encuentro sentido) yo digo que sí, que amplias tus conocimientos y te formas de alguna manera pero ¿hasta qué punto me sirve realmente para desempeñar el trabajo que quiero y por el cual elegí esta titulación y no otra?. No veo ingenieros estudiando a Weber o analizando el complejo de Edipo mientras averiguan cual es el sujeto de una oración de la página 4 de un relato de Kafka.
Y me da rabia al pensarlo porque es un tiempo empleado completamente desperdiciado, pudiendo, de otra manera, haber adquirido los conocimientos necesarios y haberte formado de una manera adecuada. Cuando todo se podría haber reducido a un tiempo menor, asignaturas más completas y mejor direcionadas.
Y con el grado y estos políticos la cosa no es que mejore tampoco. Pero en ese tema mejor ni entro, al menos de momento.

miércoles, 16 de enero de 2013

Egoísta, hipócrita, ciega y avariciosa



Somos egoístas, hipócritas, ciegos y avariciosos.
Solo queremos, pedimos y tenemos y cuando llega ese momento, solo entonces, no sabemos apreciarlo.
¿Y por qué?
Porque somos egoístas, hipócritas, ciegos y avaricioso.
Buscaba y pedía, suplicaba por encontrar eso que necesitaba, todas las características reunidas en uno.  Y cuando lo encuentro, saboreas solo un poco, quizás por el éxtasis del momento, pero poco a poco vas dejando de darte cuenta, le quitas importancia y vuelves a querer más, más y más…
Y, quizás, no es hasta que lo pierdes, cuando tu mente reacciona y te das cuenta de lo que tenías y de lo que has perdido por egoísta, hipócrita, ciega y avariciosa… 

No lo consigo


Y es que las cosas importantes no se olvidan.

Y, por suerte o desgracia, todo depende del punto desde el que se mire, quedan grabadas en nosotros esas que más nos hicieron sufrir.

Y solo el tiempo es el que te permite hacerle un hueco en lo más recóndito de tu cerebro.

Son esas cosas que te hacen soltar un pequeño suspiro cuando algo las trae de vuelta.

Y es que no lo olvido, no consigo olvidarlo por más que quiera. Y quizás ese es mi fallo. Esa necesidad de olvido que es imposible... 

Frustración


Mil ideas tengo revoloteando en mi cabeza y que no consigo darles forma o no les dedico el tiempo necesario.

Quiero tantas cosas que no me permiten hacer ninguna. Tengo que aprender a ir paso a paso, a materializar lo que siento y a centrarme. Solo así conseguiré hacer algo o hacerlo todo.

Quizás me ayude liberar pensamientos escribiendo…

Esta será la prueba…